Descubre los 5 derivados de la leche que son fuentes principales de grasa en nuestra dieta. ¡Bienvenidos a una exploración de los derivados de la leche que son fuentes principales de grasa en nuestra dieta! En este artículo, abordaremos un aspecto fundamental de nuestra alimentación diaria: los productos lácteos y su contribución a nuestra ingesta de grasa. La leche y sus derivados, como el queso, la mantequilla y el yogur, son elementos básicos en muchas cocinas de todo el mundo. Sin embargo, es esencial comprender cómo estos alimentos pueden afectar nuestra ingesta de grasa y, en última instancia, nuestra salud. Exploraremos cinco derivados de la leche que a menudo son ricos en grasa y cómo estos pueden formar parte de una dieta equilibrada. Además, discutiremos las opciones bajas en grasa disponibles en el mercado y cómo tomar decisiones informadas al seleccionar productos lácteos. Este artículo tiene como objetivo proporcionarte información clave para que puedas disfrutar de los beneficios de los derivados de la leche mientras mantienes un equilibrio saludable en tu dieta.
La cantidad de grasas contenida en la leche varía según su origen. Por ejemplo, en un vaso de 250 ml de leche entera de vaca tiene 8 g de grasa; la leche de cabra, 10 g, la leche de burra, 6 g, la leche de oveja tiene 18 g y la leche de soya de preparación casera contiene sólo 3.5 g de grasas.
Desde mediados de los años ochenta se ha producido un gran cambio en el consumo de leche entera sustituyéndola por leche semidescremada o descremada, lo cual es una buena decisión. Mientras que un vaso (250 ml) de leche entera de vaca tiene 8 g de grasas, la semidescremada contiene de 4 a 5 g y la descremada de 0 a 1 g. Si sumas toda la leche que consumes al día, en bebidas, con cereales y en la preparación de alimentos, cambiar la leche entera por descremada representa una diferencia significativa en la ingestión de grasas.
A continuación te presentamos 5 derivados de la leche que son fuentes principales de grasa en nuestra dieta:
- Mantequilla
La mantequilla se fabrica batiendo crema espesa, por lo que no es sorprendente que sea una de las fuentes más concentradas de grasa en la dieta: hay un total de 80 g de grasa en 100 g de mantequilla y 740 calorías. La mayor parte de éstas son grasas saturadas que, si se consumen en exceso, pueden contribuir a elevar el nivel de colesterol en la sangre. Sin embargo, este alimento proporciona las vitaminas A y D. La mantequilla semidesgrasada tiene agua mezclada en el batido para darle el mismo volumen con sólo la mitad de mantequilla. - Margarina
La margarina se inventó en 1869 como un sustituto económico de la mantequilla, y puede ser adicionada con vitaminas A y D para semejar el valor nutritivo de ésta. Las versiones poliinsaturadas son también fuentes importantes de ácidos grasos esenciales y de vitamina E. Duras o blandas, la mayoría tiene la misma cantidad de grasas e igual proporción de calorías que la mantequilla. - Yogur
El contenido de grasas del yogur depende del tipo de leche con la que se prepare y si ésta ha sido enriquecida. Lee las etiquetas cuidadosamente.
Los yogures comunes hechos con leche entera tienen aproximadamente 5 g de grasas en un recipiente del mismo tamaño, mientras que las versiones bajas en grasas tienen solamente 2 gramos.
Ver también: ¿No son un tanto insípidos casi todos los alimentos con poca grasa?
Los yogures con muy poca grasa, hechos con leche descremada, casi no contienen grasas y su textura puede ser muy líquida. Los yogures naturales son adecuados para usarse en marinadas y para aderezo de ensaladas. - Cremas
Toda crema es alta en grasas, como muestra la tabla de abajo. Las cremas sintéticas están hechas a base de leche descremada y aceite vegetal en vez de leche entera; pero esto es para prolongar su vigencia, no para disminuir su contenido de grasas, que a menudo es tan alto como el de la crema auténtica, aunque su contenido de colesterol sí es menor. En una dieta baja en grasas es mejor leer las etiquetas de los productos.
Las cremas bajas en grasas, homogeneizadas para darles una textura cremosa, son una mejor opción. Por ejemplo, mientras que la crema espesa tiene 37 g de grasas por cada 100 g, la media crema tiene 25 g. Las cremas con poca grasa se conservan bien precisamente por su bajo contenido de grasas y, aunque hay en ellas una ligera pérdida de sabor, son útiles para cocinar ciertos platillos en los que se emplea mucha crema. - Queso
Por regla general, los quesos duros contienen más grasa que los quesos blandos. El queso añejo tipo cotija, por ejemplo, tiene 33 g de grasas en 100 g y el parmesano, 26 g, mientras que el queso cottage tiene únicamente 5 g o hasta 2 g si es bajo en grasas. El queso crema suave con grasa es la excepción, ya que está hecho con crema ácida en vez de leche y tiene 35% de grasas.
Si buscas quesos que aporten poca grasa, puedes elegir un queso blanco como el queso fresco de vaca, que tiene 7 g de grasas por cada 100 g, el queso de cabra, con 5 g, o requesón, que sólo tiene 1 g de grasas por cada 100 g.
No obstante, escoger las variedades bajas en grasa no es la única opción. Puede descubrir que es más satisfactorio, y hasta reducir su ingestión de grasas, al consumir pequeñas porciones de queso con sabor un poco más fuerte. Por ejemplo, una rebanada (30 g) de queso Camembert tiene 6.9 g de grasas, de Brie, 7.9 g, de queso parmesano duro, 7.8 g, de manchego, 8.6 g, de Roquefort, 9.3 g y de queso Chihuahua, 11.1 g. Si quieres realzar el sabor de pastas, pizzas y platos gratinados, sólo necesitas un poco de queso parmesano rallado, ya que una cucharada (10 g) sólo contiene 2.6 g de grasas.
Los quesos con grasas reducidas tienen aproximadamente la mitad de la grasa que sus "parientes" de grasas completas. Los Cheddar con grasas reducidas tienen un promedio de 16 g de grasas en cada 100 g y, aunque carecen del gran sabor de las versiones con toda la grasa, son útiles para cocinar.
El queso Cottage es un queso blando cuyo contenido de grasas depende del tipo de leche con que se hace (entera o descremada).
En resumen, los derivados de la leche son una parte importante de nuestra alimentación, pero algunos de ellos pueden ser fuentes significativas de grasa. A lo largo de este artículo, hemos explorado cinco de estos derivados y cómo pueden afectar nuestra ingesta de grasa. La clave para disfrutar de los beneficios de los productos lácteos mientras se mantiene una dieta equilibrada está en tomar decisiones informadas y considerar las opciones bajas en grasa disponibles en el mercado. Al hacerlo, podemos seguir disfrutando de estos alimentos deliciosos sin comprometer nuestra salud a largo plazo. Espero que esta exploración te haya proporcionado una comprensión más sólida de la relación entre los derivados de la leche y la grasa en nuestra dieta diaria. ¡Hasta la próxima aventura en el mundo de la nutrición y la cocina!
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